Incorporar la ética a los programas de traducción: estudios avalan su pertinencia

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Dentro de los estudios de traducción, la ética es el «subcampo que pretende comprender lo que es bueno y malo, lo correcto y lo incorrecto en la praxis traductora».

Kaisa Koskinen, catedrática de estudios de traducción y jefa de la Unidad de Lenguas de la Universidad de Tampere, y Nike K. Pokorn, catedrática de estudios de traducción de la Universidad de Liubliana, lo señalan en su artículo del Manual Routledge de Traducción y Ética:

«La ética de la traducción (o la ética del traductor) se refiere al conjunto de principios aceptados según los cuales debe hacerse la traducción y, por tanto, a las normas que rigen cómo deben ser las traducciones», según Andrew Chesterman, profesor emérito de Comunicación Multilingüe de la Universidad de Helsinki.

Las orientaciones éticas suelen figurar en los códigos deontológicos de los traductores individuales o de las empresas de traducción. Estas buenas prácticas son «útiles para fomentar las «buenas» decisiones y para señalar un comportamiento digno de confianza y profesional dentro del sector», afirma Joss Moorkens, profesor asociado de la Universidad de la Ciudad de Dublín.

Principales consideraciones éticas

A medida que la tecnología de la traducción se va extendiendo y está cada vez más arraigada en la profesión de la traducción y en la sociedad en general, las cuestiones relativas a la ética y al uso de la tecnología han ido cobrando mayor protagonismo.  Por ello, ha crecido el corpus bibliográfico asociado, como señala Lynne Bowker en su artículo Tecnología y ética de la traducción.

Según Wen Ren, profesor de Estudios de Traducción e Interpretación de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín y Mingyue Yin, profesor de la Universidad de Sichuan, las principales preocupaciones éticas en la traducción/interpretación asistida por ordenador/inteligencia artificial son:

  • La confidencialidad y derechos de propiedad intelectual a la hora de recopilar datos y diseñar el software;
  • la responsabilidad por la inexactitud de las interpretaciones producidas por la máquina o la IA;
  • las cuestiones éticas derivadas de la interacción entre la máquina y el ser humano o la IA.

Enseñanza de la ética

En la actualidad, se alzan algunas voces que reclaman una mayor atención a la ética en la enseñanza de la traducción.  Sin embargo, «no está claro hasta qué punto se abordan las cuestiones éticas en los cursos de tecnología de la traducción», dijo Bowker en una publicación de 2020.

Según Georgios Floros, profesor asociado de la Universidad de Chipre, no todas las instituciones de formación inciden en las cuestiones éticas en sus planes de estudio, por lo que no conforman en absoluto el comportamiento ético. «En consecuencia, el alumnado se encuentra con que, a veces, no está preparado para el mundo real», explicó.

En su artículo La ética en la formación de traductores e intérpretes, Floros se centró en el aspecto pedagógico de la ética en las instituciones académicas y de formación profesional; más concretamente, en cómo enseñar la ética a los futuros traductores e intérpretes.  «Esto […] es quizás un desafío tan grande como el propio debate teórico sobre la ética», dijo.  

La interacción entre el mundo académico y la industria de la traducción y la interpretación es extremadamente importante, señaló Floros. Asimismo, la integración en los cursos de ejemplos del mundo real «proporcionará una educación lo más completa posible».

Para ello, se requiere el uso de textos auténticos y estudios de casos de situaciones de la vida real, así como la aplicación del aprendizaje colaborativo -en el que el profesor actúa como moderador y no como figura de autoridad-.

3 ideas para la formación ética de los estudiantes

Mona Baker, profesora afiliada de la Universidad de Oslo, y Carol Maier, profesora emérita de español y estudios de traducción de la Universidad Estatal de Kent, propusieron tres sugerencias sobre cómo llevar a cabo la formación en ética.

  1. Proporcionar a los estudiantes herramientas teóricas (por ejemplo, la ética deontológica) para que aprendan a razonar críticamente sobre las implicaciones de las decisiones tomadas por ellos mismos o por otros.
  2. Permitir a los estudiantes identificar una serie de estrategias potenciales que podrían utilizar en situaciones éticamente complejas.
  3. Desarrollar un conjunto de herramientas pedagógicas (por ejemplo, debates en el aula, redacción de ensayos críticos, juegos de rol) para crear un entorno en el que los alumnos puedan aprender a tomar decisiones éticas.

La toma de decisiones éticas: Una habilidad valiosa

Hoy en día, también parece haber un consenso generalizado de que cultivar las habilidades de razonamiento es el mejor enfoque pedagógico para la formación ética. 

Estas habilidades permiten a los estudiantes pensar de forma crítica en la naturaleza del problema ético, así como en las posibles consecuencias de una variedad de posibles cursos de acción antes de decidir cómo proceder.

Como destacó Moorkens en un reciente artículo publicado en el blog de la Red Europea de Posgrados en Traducción, existe un creciente interés por las competencias transversales.  Se trata de habilidades interdisciplinares que son aplicables en una gran variedad de situaciones y entornos e incluyen el pensamiento crítico e innovador, las habilidades interpersonales y las intrapersonales, entre otras.

«En la Universidad de la Ciudad de Dublín, hemos desarrollado un conjunto de objetivos de aprendizaje para dichas habilidades, incluyendo la toma de decisiones éticas», dijo Moorkens. Además, la Red Europea de Posgrados de Traducción está revisando actualmente el Marco de Competencias de Traducción y «la inclusión de la ética es una consideración importante».

«Es […] importante que los licenciados en traducción, como futuros responsables de la toma de decisiones, estén preparados para considerar los aspectos éticos y las repercusiones de sus decisiones basándose en lecturas sobre ética teórica y aplicada junto a sus competencias técnicas y de traducción», explicó Moorkens.

«La toma de decisiones éticas no solo es buena para la sostenibilidad de la industria (y de nuestros programas), sino que también es una valiosa habilidad que puede aplicarse en otras industrias y situaciones a medida que los graduados avanzan en sus carreras en un entorno laboral cada vez más dinámico», concluyó. 

 

En definitiva, la ética es un aspecto significativo que no debe ser excluido de la praxis traductora y por ende de los planes de formación de la misma. Según hemos visto, voces autorizadas en esta materia lo ponen de manifiesto. 

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